Decía Tolstoi al comienzo de Ana Karenina que todas las familias felices se parecen entre sí pero las infelices lo son cada una a su manera. No conocía el conde ruso a la familia Panero, que llegaría después para romper todos los moldes tomando el camino irreversible de la autodestrucción como seña de identidad.
1976-Jaime Chavarri
El insigne falangista poeta Leopoldo Panero murió en 1962 en Astorga, su ciudad natal.
Catorce años más tarde Felicidad Blanc, su viuda, y sus tres hijos
evocan aquel caluroso día de agosto. Y a partir de ese recuerdo surgen
otros que se van encadenando. Y a través de la palabra y del recorrido
por habitaciones, objetos, calles y lugares perdidos, se desvela la
historia de unos años y de unas personas unidas por vínculos familiares
que en ningún momento huyen de la expresión de sus diferencias y de sus
identidades.
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